
No hay nada más fácil que echarle la culpa a los demás llámese
personas, animales, cosas, etc. de lo que nos pasa, y nuestra salida más sencilla
es decir que Dios es el culpable de todo. Pues antes de generalizarlo de ese
modo veamos unos ejemplos de que esta afirmación es verdadera.
Para entender estos ejemplos tenemos que ser capaces de
imaginar cada rol en cada uno de estos casos o etapas de nuestra vida.
Ø
Cuando somos bebes y no nos hemos contaminado
del mundo, entendemos que el amor y la perseverancia lo son todo, antes de
aprender a caminar caemos una y otra vez y debido a esa constancia logramos dar
nuestros primeros pasos, y es el amor de las personas que tenemos a nuestro
alrededor nos inspiran cada vez mas a seguir adelante.
Ø
Cuando somos niños y vamos a la guardería o a la
escuela y compartimos con otros niños, el prestar un juguete no es el fin del
mundo aun cuando se lo quiten de la mano, a tal punto que el amor que hay en
ellos hace que ambos niños jueguen con el mismo juguete una y otra vez, que las
diferencias raciales y de genero son evidentes externamente mas sin embargo es
algo que los niños no le prestan tanta importancia, porque para ellos es más
importante jugar y ser felices que estar pendiente de las cosas externas.
Ø
Cuando somos adolescentes y hemos permitido que
el mundo nos contamine, ya nuestra forma de ver las cosas es totalmente
diferente, una etapa donde pensamos que todo gira a nuestro alrededor y
permitimos que todo el exterior tome el control de nuestras vidas, el vestirnos
de cierta manera o comportarnos de cierta forma marcaran nuestros patrones de
conducta y en cierta forma definirán el quien somos.
Ø
Cuando pasamos a la fase adulta la dividiremos
de 3 maneras:
1.
Cuando somos mayores de edad y nos permitimos
cosas que antes estaban prohibidas por el hecho de ser al ser menores y
empezamos a experimentar una y otra vez hasta que llegamos a definirnos como
personas independientes.
2.
Al ser independientes empezamos a sensibilizarnos
por las cosas de nuestro alrededor y a medida que pasan los años, entendemos
que el formar una familia es una buena idea y el compartir con nuestros futuros
hijos es algo que nos llena de alegría.
3.
Ya al tener nuestra familia nos llenamos de gozo
al ver que nuestra vida ha sido fructífera y esperamos con ansia llegar a ver a
nuestros nietos y completar el ciclo de vida el cual se acaba al momento de
partir de este mundo.
Hasta este momento todo es bonito, estos son los planes de
Dios para nosotros sin tantas complicaciones, y sabemos que muchas veces las
cosas no son así, que pasamos por calamidades que hace que caigamos y cada una
de esas caídas causan dolor, y es allí cuando buscamos culpables y nace la
interrogante del gran ¿Por qué?. ¿Por qué nos pasó esto?, ¿Por qué nos pasó
aquello? Y paro de contar.
Como vemos cuando somos bebes y niños el mundo no nos ha
contaminado y por eso no sufrimos tanto, solo lo suficiente para persistir y seguir
adelante.
Mas sin embargo en la adolescencia entendemos que todo
cambia, una simple manera de verlo es cuando un padre le dice que NO a un hijo(a)
para ir a determinado lugar, hacer una cosa que tanto quiere. En ese instante
el Padre o Madre se vuelve en el peor del mundo, no entienden que ese no es
porque se preocupan y quieren lo mejor para nosotros, pero no lo vemos de esa
manera. En ese preciso instante todo se desmorona y el hecho de no ir a ese
lugar que tanto queríamos o hacer eso que anhelábamos era lo más importante, ya
después con el tiempo entendemos el ¿Por qué? nuestros padres no nos
permitieron ir, pero no siempre hacemos caso y sufrimos por nuestras decisiones
y somos castigados.
Cuando nos hacemos mayores de edad sentimos que podemos
hacer todo lo que queremos, aunque nos encontramos con un mundo lleno de
posibilidades y caminos y serán nuestras experiencias previas las que harán que
nuestras decisiones sean buenas o malas. Sabemos que cada acción tiene una reacción,
y a medida que se crece crecen las responsabilidades y si queremos una vida
plena y tranquila tenemos que vivir de manera íntegra haciendo lo correcto
aunque nadie nos vea, y si hacemos las cosas bien no hay castigos, solo pruebas
para ayudarnos persistir y seguir adelante como cuando caíamos al aprender a
caminar. Por el contrario si tomamos malas decisiones obtendremos castigos y
una vida llena de tropiezos y martirios volviéndonos inconformes y culpando a
todo el mundo del ¿Por qué? me pasa esto, pero han sido sus acciones la que lo
han llevado a este punto.
Cuando tenemos hijos no basta con disciplinarlos puesto que
no hay una enseñanza más grande que el ejemplo, si le enseñamos a nuestro hijo(a)
que robar es malo pero nosotros lo hacemos, vamos a crearle una gran
interrogante de si ¿robar es malo o no es malo? y si entendemos que es malo,
eso puede llevar a que no nos sintamos orgullosos de nuestros padres y nos
avergoncemos de ellos y a la primera oportunidad que se tenga de irse lo hagan.
Cuando ya estamos en esa edad de disfrutar a nuestros nietos
serán nuestras acciones lo que definirán como fue nuestra vida, y aunque no hay
que dejar que los demás decidan en nuestra vida, no hay nada más bonito que el
testimonio de tu familia y este sea que eres una persona íntegra, de gran admiración
y digno de imitar, en ese momento nos llenamos de gozo como cuando un hijo te
dice que te ama, aunque si nuestra vida no fue la mejor y estuvo llena de
errores y de malas decisiones será muy cuestionable la perspectiva que tengan
los demás de uno.
En este punto podemos entender de mejor manera a Dios, Él siempre
quiere lo mejor para nosotros pero serán nuestras acciones las que determinen
nuestra felicidad. Porque “La paz les
dejo, Mi paz les doy; no se la doy a ustedes como el mundo la da. No se turbe
su corazón ni tenga miedo” Juan14:27
tenemos que ver a Dios de la manera mas simple posible Él no es complicado, imaginen
cuando un bebe trata de coger un juguete que esta alto y trata una y otra vez y
cuando ve que no puede mas, pide ayuda a sus padres y aunque ellos sabían que
no lo podía alcanzar no intervinieron hasta que les pidió ayuda, así mismo es
Dios con nosotros.
Lo primero que tenemos que hacer es entregarnos a Él y dejar
el mundo y vivir para el teniéndolo en nuestro corazón y que sea Él quien guie
nuestra vida siendo íntegros en nuestro andar
“No se amolden al mundo actual, sino sean transformados
mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de
Dios, buena, agradable y perfecta”. Romanos
12:2
“Yo les he dicho estas cosas para que en mí
hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido
al mundo”. Juan 16:33
Por eso te invito a que no veas el hablar con Dios algo
imposible y complicado, el orar es eso hablar con Él desde nuestro corazón y al
ser Él omnipresente, omnisciente y omnipotente, le permite ser nuestro psicólogo,
amigo, confidente, por eso aparta un tiempo para hablar con Él, en tu intimidad
solo Uds. con Él y sus vidas empezaran a cambiar, cuando le pedimos esto
empiezan a llegar y alejarse personas, cosas y al momento no entendemos el ¿Por qué? de lo que pasa pero es Dios
quien ya está obrando en tu vida y tienes que cambiar la interrogante en ¿Para Qué? Está pasando esto en mi
vida.
Dios los Bendiga, hoy mañana y siempre…

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